viernes, 14 de agosto de 2009

Los hombres que amaban a las ciencias que no amaban a las mujeres (de ciencias)

Es curioso. Lo que van ustedes a leer en esta entrada y la imagen que hemos escogido para representar el concepto general de este evento -la relación entre la mujer y la ciencia- no se corresponden. Con esto no pretendo decir que no vayamos a hablar de ciencia; al contrario, vamos a tratar de recordar algunas ideas sobre ciencia que solemos obviar.


Fíjense bien. ¿Lo ven? Batas blancas, una cadena de ADN, algún “gadget” tecnológico… ¿por qué esa tendencia a equiparar ciencia a tecnología? ¿Solo vemos ciencia en las probetas, los microscopios, los ordenadores o los aceleradores de partículas? Si echamos un vistazo a la clasificación de la UNESCO
para los campos de ciencias y tecnologías constataremos que las ciencias humanísticas también son ciencias. Sí, las letras, por así llamarlas.


Puede parecer obvio, todo el mundo sabe que las ciencias políticas son ciencias, como bien dice su nombre; o que la antropología es una ciencia, aunque para identificar ese carácter en su nombre haya que traducir del griego. Y la historia, y las artes, y la filosofía… y aún así, nosotros hemos puesto esa imagen coronando el blog. Parece como si estuviese desprestigiando el trabajo de nuestros diseñadores gráficos, nada más lejos de la realidad pues su trabajo es excelente. Si acaso, vamos a aprovechar este desliz nuestro para comentar algunas cosas.


Miremos un momento los datos del Instituto Nacional de Estadística. A día 1 de enero de 2008, en la comunidad autónoma de Canarias, se contabilizó un total de 1.040.137 de hombres y 1.035.831 de mujeres. Como vemos, la cifra de mujeres y hombres es similar, pues apenas hay un 0,4% más de hombres que de mujeres en la comunidad.


Sigamos curioseando por Internet. En una noticia del Diario de Córdoba, de 18 de septiembre de 2005, podemos leer lo siguiente: “El trabajo muestra la creciente presencia de las mujeres en la universidad, donde ya equivalen al 57% del alumnado, aunque es más frecuente que se matriculen en carreras humanísticas que a las vinculadas a la técnica.”


Solo una cosa más antes de entrar en materia. Cito ahora el estudio Evolución del número de mujeres en la matrícula de los estudios de informática en la Universidad del País Vasco, UPV/EHU, de Victoria Fernández, Txelo Ruiz, Edurne Larraza, Montse Maritxalar, Elena Lazkano, Kepa Sarasola, de la Facultad de Informática de la Universidad del País Vasco UPV/EHU:


“Los datos parecen indicar que las mujeres están menos motivadas que los hombres para los estudios técnicos, de la misma manera que los hombres parecen menos motivados para los estudios más humanísticos. Pero, ¿cuáles son las razones de estas diferentes motivaciones?


(…) Las variables sociológicas (resultados académicos, clase social, el nivel de estudios de los padres) así como las variables psicológicas individuales (características de personalidad, nivel de inteligencia, etc.) analizadas en estudios anteriores no parecen suficientes para explicar este fenómeno, dado que los chicos y las chicas se distribuyen de forma bastante homogénea en todas estas dimensiones. (…)


Por otra parte, la orientación de la mujer hacia carreras menos técnicas va a repercutir en una mayor dificultad para su inserción en el mundo laboral.”


No voy a entrar en el porqué de estas tendencias. Numerosos antropólogos podrían achacarlo a la tendencia masculina por relacionarse con cosas y a la tendencia femenina a relacionarse con otras personas. Eso no creo que sea un problema. Lo importante es que haya gente que estudie todos los campos del saber y, si además disfrutan haciéndolo, tanto mejor.


Lo grave, quizás, es el hecho de que vivamos en una sociedad muy tecnificada. Nos encanta nuestra gran tele de plasma y que el coche funcione bien para ir al trabajo todas las mañanas. Que alguien determine cuáles de nuestros antepasados instauraron las bases de la sociedad actual o que alguien traduzca al español las instrucciones de nuestra lavadora no nos importa demasiado, incluso cuando conocer el pasado puede ayudarnos a entender el presente o cuando comprobamos que la lavadora no funciona y acudimos a un texto que dice cosas como "si la máquina de limpiar vestidos no trabaja, inconexe la conexión eléctrica mediante un empuje apagado y avise a un técnico" -me he permitido imaginarme cómo traduciría el Google un manual de instrucciones, aunque me he encontrado con casos similares a este que me acabo de inventar-.


Pues bien, por ir sacando algunas conclusiones, en nuestra sociedad constatamos que hay tantos hombres como mujeres, vemos que la presencia femenina en las universidades tiende a aumentar y ya, de hecho, supera a la presencia masculina, y observamos un curioso comportamiento de la población según el cual las chicas estudian carreras de letras y los chicos de números (no voy a decir “de ciencias”, que es un fallo muy generalizado). Además, parece ser que no prestamos atención a las carreras humanísticas ¿Tendrá todo esto algo que ver con la invisibilidad de la mujer en la investigación? Porque parece claro que si la gran mayoría de las mujeres le dedican su atención a ciencias a las que la sociedad no les dedica atención, esta labor será... invisible.


Pienso en la posibilidad de que exista una gran discriminación por sexos en estas materias, como nos encontramos en otras facetas de la vida, tales como la disparidad de salarios por sexos, la diferente consideración que se tiene ante la maternidad y la paternidad... pero no sé si reducirlo a un "simple" problema de discriminación sexual sería simplificar demasiado. No me imagino una mano negra machista parándoles los pies a todas las investigadoras que pretendan progresar en su vida profesional. Aunque, quizás, haya muchas pequeñas manos negras (y dedos negros) frenando, poco a poco, esta marcha.


En este caso en particular, ¿se podría decir que se discrimina a la mujer por razones de sexo y a las ciencias humanísticas por ser “menos ciencias”?

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